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¿CÓMO COMUNICA ALBERTO FERNÁNDEZ EN TIEMPOS DE CRISIS?

El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró pandemia al Coronavirus. Para ese momento, Argentina ya contaba con 21 casos confirmados y una muerte. En total, ya había más de 118.000 contagiados de Coronavirus en 114 países y los fallecidos eran 4.291.


Cuando existe una crisis, un político tiene que interrumpir su rutina. Es decir, las costumbres deben desaparecer. Eso significa entender que estoy atravesando una situación distinta, algo excepcional. Pero aquel miércoles de marzo, Alberto Fernández, lejos de interrumpir sus hábitos, hizo que todo siguiera igual: fue a dar clases a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Este fue el punto cero de la crisis para el Presidente.

Solo 24 horas antes, a través de un tweet, Alberto Fernández mencionó por primera vez en sus redes sociales la palabra "Coronavirus" para avisar que había convocado una reunión para tratar esta problemática.

El 12 de marzo hizo uso por primera vez de la cadena nacional. Se había anunciado para las 20:30 pero finalmente la emisión fue a las 21:18. En 6 minutos contó a la población en qué consistía el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que acababa de firmar: suspensión por 30 días de los vuelos provenientes de EE.UU, Europa y China; aislamiento obligatorio de 14 días para casos confirmados o sospechosos, para personas que habían estado en contacto con casos sospechosos o confirmados, y para personas que habían regresado a la Argentina provenientes de los países afectados.

Cuando existe una crisis, un político tiene que interrumpir su rutina. Es decir, las costumbres deben desaparecer.

Durante los días siguientes toda la comunicación de Alberto Fernández giró en torno al Coronavirus. El 16 de marzo el Presidente se mostró con el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y con el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, en una conferencia de prensa luego de una reunión interministerial. Fue la primera imagen pública de los tres juntos. La oposición apoyó el gesto.

Después hubo un pequeño cortocircuito que se dio en Twitter con dos publicaciones brutalmente diferentes en menos de 24 horas: una criticaba al gobierno anterior de Mauricio Macri y en la otra el Presidente se mostraba con Horacio Rodríguez Larreta. Algo claro: en situaciones de crisis no puede haber oportunismo político, siempre se debe buscar el consenso y la unidad. Por eso, un tweet presentaba un contenido correcto y el otro no.

El hecho histórico ocurrió el 19 de marzo cuando, en otra conferencia de prensa, Alberto Fernández declaró el aislamiento obligatorio hasta el 31 de marzo. A su lado estaban Axel Kicillof y distintos referentes de la oposición: Gerardo Morales (gobernador de Jujuy), Omar Perotti (gobernador de Santa Fe) y también Horacio Rodríguez Larreta. Esta foto generó el respaldo de la sociedad, de los medios de comunicación y otra vez de todo el arco político.

Por aquellos días, según una encuesta de la consultora Analogías, un 80% aprobaba la gestión del Presidente y su imagen positiva alcanzaba un récord: 93,8%. La exposición ante los medios de comunicación era mucho más alta de lo habitual: en 5 días, Fernández brindó 5 entrevistas sumando medios radiales y televisivos. 

En situaciones de crisis no puede haber oportunismo político, siempre se debe buscar el consenso.

Cuando llegó el momento de prorrogar el aislamiento hasta el 12 de abril la imagen fue otra. El Presidente se mostró con dos de sus funcionarios más íntimos: Santiago Cafiero, jefe de Gabinete, y Eduardo Wado de Pedro, ministro del Interior. Ya no había ningún referente de la oposición en la foto. Un dato de color: para ese entonces, Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidente, ya se encontraba en el país después de haber estado una semana en Cuba.

Quizás por el impulso tras el apoyo recibido de distintos sectores, o simplemente por exceso de soberbia, luego de esa conferencia de prensa, Alberto Fernández tuvo su peor semana en términos de comunicación con tres declaraciones desafortunadas. Primero, fue un tweet a través del cual tildó a los empresarios de "miserables" por despedir a empleados durante esta crisis.

Luego, elogió a Hugo Moyano durante la inauguración de un sanatorio que el sindicato de Camioneros puso a disposición del Gobierno para atender a personas con Coronavirus: "Es un dirigente ejemplar". Moyano tiene 5 causas judiciales por lavado de dinero, administración fraudulenta, asociación ilícita y extorsión.

Tras 14 días de aislamiento obligatorio, el viernes 03 de abril abrieron los bancos en todo el país. Así, miles de personas, especialmente adultos mayores, hicieron filas desde la medianoche para poder cobrar jubilaciones, pensiones y planes sociales. Muchos llevaron sillas y frazadas para soportar las bajas temperaturas durante la madrugada. Esto generó indignación en toda la sociedad porque los que más se expusieron para cobrar fueron los jubilados, personas con alto nivel de riesgo frente al Coronavirus. Ante esta situación, el Presidente no hizo declaraciones públicas. Si los aciertos tienen trascendencia, los errores también. Recién a las 23:54 realizó tres tweets al respecto y al día siguiente brindó una entrevista radial donde dejó una nueva frase desafortunada.

Ya pasaron 6 semanas desde que se detectó el primer caso de Coronavirus en Argentina y más de 18 días desde que se dictaminó el aislamiento obligatorio. En este tiempo, el Presidente fue comunicando de menor a mayor, casi al ritmo del crecimiento de la pandemia en el país. Con aciertos y con errores. Al comienzo sin darle mucha importancia al tema, luego convocando a toda la clase política para lograr consensos y después sumergiéndose en sí mismo tras el apoyo recibido con tres declaraciones desafortunadas.


La comunicación de crisis siempre tiene un costo pero la duda es dónde el político quiere tener ese costo. Es imposible protocolizar algo que no existe pero este es el motivo por el cual más debemos estar preparados. No hay una fórmula mágica que se deba seguir en este tipo de situaciones pero siempre prevalece una misma sugerencia: reducir el margen de error al mínimo posible.


Por Daniel Vico para INGOB.

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