Cada vez que hay elecciones se focaliza la atención en las reglas constitucionales que regulan la competencia y suele surgir en la opinión pública el debate sobre los principales regímenes de gobierno: presidencialismo o parlamentarismo. Ambos son regímenes democráticos, pero cada uno genera consecuencias políticas distintas. ¿Cuál es mejor? ¿Cuál es más representativo? ¿Cuál es más eficiente?
A simples rasgos, las distinciones entre estos regímenes están vinculados a cómo se ejerce la autoridad política, cómo se eligen las ramas gubernamentales, y cómo se produce la interacción entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo para diseñar las políticas y administrar el gobierno.
El sistema parlamentario es el típico de los países europeos, dónde el ejecutivo (Primer Ministro) es elegido por la Asamblea, y los miembros de esa Asamblea son los que se eligen en elecciones. Por otro lado, la supervivencia del ejecutivo está sujeta al apoyo de una mayoría parlamentaria, ya que el Parlamento tiene el poder de destituir al Primer Ministro. Es decir, que los poderes están fusionados más que separados.
En cambio, como sucede en los países de América Latina y Estados Unidos, donde el sistema es de carácter presidencialista, el jefe del Ejecutivo es elegido popularmente y no está sujeto a la confianza o el aval del Poder Legislativo. Es el Presidente quien define la composición del gobierno y lo dirige, y eventualmente posee una facultad legislativa otorgada constitucionalmente.
El debate sobre si uno es mejor que otro estuvo siempre planteado por los más grandes politólogos, con diferentes posturas. La realidad es que la principal diferencia a la hora de determinar cuál régimen logra mejores resultados es la disyuntiva entre representatividad y eficacia del gobierno. El parlamentarismo permite, gracias a la asamblea, representar más sectores de la sociedad, sobre todo a los marginados, pero a su vez esta fragmentación produce ineficacia. E inversamente, el presidencialismo representa menos segmentos de la sociedad, pero justamente por ese motivo es más eficaz a la hora de tomar decisiones.
Por Iael Gueler para INGOB.
Comments