La forma en la que votamos afecta de forma considerable el proceso electoral y los resultados. El sistema de Boleta Única implica que toda la oferta electoral figura en una única boleta suministrada por el Estado, y donde cada elector marca su preferencia.
Salvo excepciones, en nuestro país votamos, en la mayoría de los casos, utilizando boletas partidarias -no únicas- en formato papel. En este sentido, es cada partido el responsable de su diseño, impresión y distribución.
Desde 2009, Salta incorporó la boleta única electrónica, y en 2011, Santa Fé y Córdoba adoptaron la boleta única papel. En 2015 se utilizó el sistema salteño en las elecciones a Jefe de Gobierno de Ciudad autónoma de Buenos Aires y en 2017, en las elecciones primarias en Chaco. Este año, fueron los mendocinos quienes aprobaron la ley de Boleta Única y despertaron el debate sobre cuál es el instrumento de votación más acorde a los valores que debemos pregonar desde la democracia.
¿Cuáles son las ventajas de este sistema? Al imprimirse una única boleta no sólo se ahorra dinero sino que también se utiliza menos papel, lo cual es beneficioso para el medio ambiente -mucho más aún en el caso de la boleta electrónica-. Otra ventaja es la eficiencia, la boleta única haría el proceso más fácil y rápido. Es un sistema que puede equiparar las condiciones de competencia, ya que es probable que elimine esa desventaja que tienen los partidos con menores recursos para suministrar las boletas y fiscalizar en todas las zonas.
Lo más importante, impulsa e incrementa la transparencia electoral. Desde los comienzos de la democracia venimos luchando contra el fraude electoral, el robo y la falta de boletas o la introducción de boletas falsas. Por eso, al haber una única boleta, el mecanismo haría el proceso electoral aún más democrático. Independientemente de su aprobación o rechazo, la implementación de la Boleta Única es un tema que esta en agenda de cara a las elecciones en 2023.
Por Iael Gueler para INGOB.
Commenti