El coronavirus se nos presentó como una catástrofe sanitaria, económica y social, presente y futura, que nos obliga a repensar, sin distinguir qué rol tengamos en la sociedad, la forma en la que vivimos y viviremos. A la vez exige que los epicentros del virus, las ciudades, se adapten a las nuevas normativas y para eso será necesario que el diálogo y el trabajo en equipo no sean simplemente un slogan de campaña. El sector público y privado, las ONG y los ciudadanos deberán encontrar el camino para rediseñar y repensar las metrópolis que necesitamos.

Todas las pandemias dieron lugar a transformaciones, y esta no será la excepción. Debemos estar listos para cuando llegue el tan esperado “día después”, para lo cual el urbanismo y la arquitectura tendrán que adaptarse a las normativas COVID-19. Las ciudades deberán estar diseñadas territorial y estratégicamente para contar, por ejemplo, con redes de bici sendas que conecten el 100% de los barrios, y caminos que permitan también que las personas puedan trasladarse a pie, disminuyendo el uso del transporte público, respetando la distancia social, evitando el contacto directo con personas y objetos, y logrando que el espacio público sea un lugar seguro para todos.

Por otro lado, mientras algunos se familiarizan con términos como home office, e-commerce y take away que llegaron para quedarse, el impacto en la forma de trabajar está siendo cada vez más real. Será imprescindible, también, plantear nuevos marcos regulatorios y fortalecer las capacidades locales para que el reperfilamiento económico no acabe con el pequeño comerciante. Y para esto, una vez más, es esencial la sinergia entre los diferentes sectores de la sociedad.
El coronavirus se nos presentó como una catástrofe sanitaria, económica y social, presente y futura, que nos obliga a repensar
¿Cuántas veces escuchamos la palabra resiliencia en el último tiempo? Seguramente muchas, pero ¿a qué apunta este concepto? Hace referencia a la capacidad de reconstrucción y de adaptación de manera positiva frente a situaciones adversas que nos ponen a prueba. Este es el momento de comportarnos como una sociedad resiliente. ¿Será el 2020 un año bisagra en la historia de la humanidad? ¿Estaremos empezando un nuevo capítulo en la historia o simplemente seremos una página más? De todas formas, es interesante que de esta pandemia salgamos con un valor agregado, tomando lo bueno y lo malo como aprendizaje y enfatizando los valores y virtudes que necesitamos como humanidad.
Por Lucía Nanni para INGOB.
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