Los resultados electorales han hecho mucho ruido y prendieron las alarmas del Frente de Todos en todos los estratos de la política nacional, y de esto no se salva el Senado. 8 provincias fueron a las urnas para elegir a sus senadores el domingo pasado: Corrientes, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Catamarca, Chubut, Tucumán y La Pampa. La paliza de la oposición al oficialismo también fue contundente en este nivel: perdió en 6 de las 8 provincias -sólo obtuvo el triunfo en Catamarca y Tucumán-. Esto es sorpresivo porque, si citamos por ejemplo el caso de La Pampa, es la primera vez en 38 años que el peronismo pierde una elección.
Como sabemos, se eligen tres senadores por provincia, correspondiéndole dos bancas al partido que obtenga mayor cantidad de votos y una tercera al que quedó en segundo lugar. En este sentido, en el caso de que los resultados se mantengan para las elecciones generales del 14 de noviembre, el Frente de Todos -que tiene en juego 15 escaños- debería dejar 6 de sus bancas, pasaría de tener 41 a 35 lugares y de esta manera, perdería el quórum propio, un quórum histórico desde el retorno a la democracia en 1983.
Debemos pensar que en nuestro país, con dos partidos dominantes y totalmente opuestos, atravesados por la famosa “grieta”, y en un contexto de pandemia donde se hizo muy difícil gobernar y tomar las decisiones correctas, legislar puede volverse aún más sinuoso y las políticas muy difíciles de negociar si la mayoría legislativa es del partido opuesto al Poder Ejecutivo Nacional.
Con vistas a la elección general de noviembre, el oficialismo deberá reorientar su estrategia legislativa y buscar aliados dentro y fuera del partido que le permitan revertir algún resultado y de esta manera conservar la mayoría que tiene en el Senado de Cristina Fernandez de Kirchner.
Por Iael Gueler para INGOB.